Venezuela hoy

Aquí encontrará información y reportajes sobre los programas sociales que en materia de educación, salud y en otros sectores desarrolla la Revolución Bolivariana desde la mirada de una periodista cubana.

diciembre 14, 2010

Reeducar para el mañana

Mariela Pérez Valenzuela, enviada especial

LARA, VENEZUELA.- Emprender una nueva vida es una oportunidad que pocos gobiernos ofrecen hoy a quienes recluidos en un centro penitenciario en vez de luz solo ven al comenzar el día una penetrante oscuridad como el fin de su existencia.
Desde hace algunos años y como parte de las transformaciones que tienen lugar en el sistema penitenciario en Venezuela, la población penal tiene la facilidad de estudiar a través de las misiones educativas impulsadas por la Revolución.
Los altos muros, rejas y cerrojos percibidos desde una estrecha calle de la región centro-occidental del estado Lara no dejan dudas de que se trata de un centro penitenciario, pero mientras se abren sus enormes compuertas, una luz, más clara que la habitual, ilumina el camino hacia el futuro.
Es mediodía, hora de almuerzo en el recinto, donde tras un breve descanso decenas de internos deben de estar a la una de la tarde en el salón habilitado para los ambientes (donde se imparten las clases) de las misiones Ribas, Robinson y Sucre.
Momentos antes, la cubana Inolvis Román, quien atiende los programas educativos en la prisión, ubicada en la parroquia El Cuji-Tamaca, destaca el propósito del Gobierno bolivariano de convertir las cárceles en centros educacionales.
No podemos condenar a quienes ya han sido juzgados por un delito a que la ignorancia sea una pena para toda la vida. Teniendo en cuenta eso, las misiones educativas han contribuido en gran medida, sostiene, a la reubicación y reincorporación a la sociedad de estas personas.
La asesora municipal integral del municipio Iribarren no se equivoca: en el penal se respira un aire de superación entre quienes de forma voluntaria se incorporan al estudio.
Tal es así que todos los facilitadores (reciben instrucción y apoyan las clases con el método de teleclases) son reclusos, y de ellos 15 estudian Ciencia Jurídica en la misión Sucre, que funciona en la prisión.
Uno de ellos, Jesús Eduardo Vázquez Castro, tenía su mesa llena de libros de Derecho donados por el Gobierno a la biblioteca del recinto, preparando un trabajo que debía entregar, mientras esperaba a sus alumnos de Ribas.
_ ¿Cómo combinas ambas actividades?_, pregunto, y explica que estudia Derecho en el horario de la mañana y por la tarde imparte las clases en Ribas, actividad que quiere continuar en la calle –confiesa- cuando cumpla su sentencia.
Yánez Romero José Gregorio, quien también es facilitador de la misión Ribas, apunta que después de los errores que cometió nunca imaginó que en el penal tendría la oportunidad de poder ayudar a otras personas a superarse, y a su vez, estudiar la carrera de ingeniería industrial a distancia.
UNA DE LA TARDE EN EL PENAL
Gustavo Mantilla fue el primero en entrar al salón donde funcionan cinco ambientes de la misión Robinson II (para alcanzar el sexto grado) e igual cantidad de ambientes de Ribas (bachillerato).
El lugar se organizó de forma tal que cada facilitador, con  los medios audiovisuales (televisor y VHS) como soporte principal de las clases, pueda atender a su grupo con 15 estudiantes aproximadamente.
_ No había pensado que después de tantos años de estar recluido en este centro penitenciario iba a tener la oportunidad de salir adelante y demostrarle a mi familia que he cambiado, señala Mantilla, quien con cierto orgullo comenta que “estoy a punto de graduarme de bachillerato”.
Pero todo no termina ahí. “Sería imperdonable desperdiciar la oportunidad de estudiar leyes, así que tengo estudios para rato”, agrega.
Mailé Sánchez, estudiante también en Ribas, afirma que después de graduada será facilitadora “para ayudar a otras personas”.
A la una de la tarde, todos los internos que voluntariamente se han incorporado a las misiones ya están sentados en sus pupitres, la mayoría de ellos jóvenes, convencidos ahora más que nunca que para ellos la vida no ha terminado. 

HACE UNOS MESES ATRÁS.....

Para Inolvis Román es difícil olvidar el primer acto de graduación de la misión Ribas que hace unos meses se efectuó en el penal, cuando recibieron su diploma 11 personas.
Próximamente se graduarán otras 23, comenta, y señala que cada vez son más los internos que quieren superarse, para lo habrá que crear más ambientes, pero ya se cuenta con la fuerza técnica necesaria porque 80 reclusos universitarios dieron su disposición para ser facilitadores.