Venezuela hoy

Aquí encontrará información y reportajes sobre los programas sociales que en materia de educación, salud y en otros sectores desarrolla la Revolución Bolivariana desde la mirada de una periodista cubana.

diciembre 14, 2010

La Revolución en el mar

Mariela Pérez Valenzuela , enviada especial

ANZOATEGUI, VENEZUELA.- En el noroeste de Puerto la Cruz, en el estado Anzoátegui, se encuentra la isla Borracha, dotada de aguas tranquilas y transparentes, en las que los niños gustan jugar, mientras sus padres construyen un futuro para la familia, incorporados a la misión Vuelvan Caras. Son apenas 180 habitantes en este hermoso paraje venezolano.
Cientos de miles de venezolanos pobres encontraron una razón a su vida, antes olvidada por gobiernos de la democracia representativa, con la creación de este programa social, orientado a transformar el modelo económico individualista y combatir el desempleo mediante la preparación en diferentes ocupaciones de  estos ciudadanos, que luego se incorporan a la producción, organizados fundamentalmente en cooperativas.
Los pobladores de isla Borracha ahora fueron recordados. En un aula pintada de verde asisten a las clases para prepararse como futuros propietarios de su empresa pesquera. Allí hay numerosos carteles que indican los  principios cooperativos y enseñan a los alumnos de Vuelvan Caras que la ayuda mutua, el esfuerzo propio y la solidaridad son valores primordiales en este tipo de economía colectiva.
Cincuenta y dos hombres y mujeres de isla Borracha tienen en ese programa de la Revolución bolivariana su proyecto de vida.  Muchos de ellos nacieron en este lugar. Cuando eran pequeños el mar era su gran diversión, hoy es el sustento de la familia.
Corroboro con Jesús Daniel Isasis, alumno de Vuelvan Caras, por qué esta revolucionaria Misión devino para ellos proyecto de vida. 
“El hecho de que una vez que concluyamos el curso de Pesca Artesanal el estado nos otorgue un crédito de financiamiento para la cooperativa significa nuestra garantía de vida; podremos comprar con ese dinero un motor y otros enseres para el trabajo”, dice.
Hace 20 años que Jesús vive en isla Borracha, poco menos de la mitad de su vida. 
“En la actualidad, se nos hace difícil salir a pescar alejados de la costa porque la mayoría tenemos botes de remos; tenemos que esperar por una embarcación con motor para ir a Puerto la Cruz a vender el pescado a los revendedores, lo que encarece mucho el producto al consumidor”, agrega.
Para este hombre vinculado a la mar desde su nacimiento todo será distinto cuando comience a funcionar la cooperativa. “El pescado lo venderemos directamente al pueblo, sin intermediario, y crearemos una mejor forma de vida para todos”.
El presidente Chávez escogió el nombre de Vuelvas Caras para la Misión inspirado en la valiente acción de 153 lanceros que peleaban bajo las órdenes del general José Antonio Páez.  Acorralados por el ejército realista integrado por mil 200 hombres, en las Queseras del Medio, estado Apure, Páez ordenó a sus soldados “volver caras”: dejar el rol de perseguidos y atacar de frente al enemigo. La táctica significó la victoria a los patriotas, y demostró que con poco se puede hacer mucho.
Hoy Vuelvan Caras se ha extendido por todo el país. Sólo en Anzoátegui hay unos 570 cursos con 17 000 personas incorporadas a especialidades disímiles, como la agrícola, industrial y turística, según Daniel Parra, uno de los coordinadores municipales de este programa en el Estado.
Subtítulo: ROBINSON 2 EN ACCIÓN
Amalia Rodríguez, la facilitadora de Robinson 2, permanece de lunes a sábado desde hace siete meses en isla Borracha para ayudar a sus 18 alumnos en la comprensión de las tele-clases. Vive a una hora de distancia en barco hasta su casa.
“Es una gran responsabilidad preparar a estas personas, que a pesar de ser adultos, algunos ya muy mayores, quieren organizarse y dejar atrás la ignorancia”, refiere Amalia mientras selecciona un libro de la Biblioteca Familiar, con 25 títulos disponibles y entregadas a los alfabetizados el pasado año.
En este ambiente de madera, construido por PDVSA en apoyo a las misiones y donde estudian los niños en las mañanas, hay alumnos de diferentes edades. “Sabía leer un poco, pero ahora sí estoy aprendiendo con la maestra”, asegura Luis Salazar , de 17 años.
Con 15 hijos y 50 años de edad, Isabel María Pereda afirma que cuando se gradúe en las dos Misiones quiere seguir estudiando “porque si no, me muero”.
La Revolución Bolivariana, sin dudas, es el motor impulsor en la vida de estos seres humanos hasta ahora desprotegidos, y cuya única esperanza era esperar la muerte, mirando al mar, el que siempre les ha acompañado desde que llegaron a este mundo.