Venezuela hoy

Aquí encontrará información y reportajes sobre los programas sociales que en materia de educación, salud y en otros sectores desarrolla la Revolución Bolivariana desde la mirada de una periodista cubana.

diciembre 17, 2010

Momentos

Mariela Pérez Valenzuela, enviada especial

CARACAS.- La doctora Carmen María Rondón aun recuerda el rostro de asombro de muchas personas cuando, hace casi tres años, la vieron llegar por una empinada loma a uno de los cerros de Caracas, donde vivió sus primeros seis meses en Venezuela.

Fue un impacto grande para la comunidad, que nunca antes había visto subir a un galeno a ese caserío. En el alto cerro Las Mayas, en un consultorio de la misión Barrio Adentro donde hoy atiende solo en las mañanas a un promedio de 40 personas todos los días, Carmen Maria recuerda con cariño a la familia que la acogió a su llegada a la Parroquia El Valle, en el municipio Libertador, en aquel junio del 2003 matizado por el desconcierto.

Fueron tiempos difíciles, pues la misión Barrio Adentro apenas comenzaba y en la mayoría de las comunidades eran constantes los enfrentamientos entre sectores de la oposición y las personas que querían a los médicos cubanos.

La joven doctora no olvida los seis meses en que durmió en el sofá de una casa de venezolanos, donde residía y consultaba, porque era el lugar más seguro para el médico que viviera en la calle 8, una de las más peligrosas de la Parroquia.

Se trataba de una zona de mucha violencia, “pero supimos superar las dificultades”, dice Carmen María, quien un año antes de llegar a Venezuela había cumplido misión internacionalista en Zimbabwe.

Del tiempo que vivió en El Valle atesora anécdotas como para llenar un libro.

Recuerda que a los pocos días de estar en la casa de la familia donde vivía, el dueño le dijo que había tenido un enfrentamiento con un opositor, que le preguntó por qué tenía cubanos en su rancho.

El señor de la casa le contestó que la presencia de los médicos cubanos allí era para beneficio de la comunidad y que él no sabía (el opositor) en que momento podía ser auxiliado por esa doctora.

“Pasaron los días —evoca Carmen María— y una noche la señora de la casa me avisa que había llegado una persona retorciéndose de dolor”. Doctora, yo he gastado mucho dinero por ahí afuera y no resuelvo, fue lo primero que me hizo saber”
“Cuando se fue, luego de inyectarlo y ponerle un tratamiento, la señora me dijo: ¿Usted recuerda el día que mi esposo tuvo una discusión con un hombre que no quería a los médicos cubanos? Pues bien, es ese mismo señor que acaba de salir”.
    A la mañana siguiente el paciente fue a tocarle a la puerta muy temprano:
    “Gracias doctora —me dijo—, y acepte las disculpas de un equivocado. Por usted he podido dormir en largo rato y ahora sé que voy a curarme”.
    No hace falta que Carmen María lo revele para comprender que, entre muchos, ese fue un buen momento.